Ver Lo próximo de Bill Gates me ha dado mucho que reflexionar durante la semana pasada.
Si aún no la ha visto, se la recomiendo encarecidamente.
Bill Gates ha sido una figura revolucionaria en el crecimiento tecnológico de los últimos 40-50 años. Seamos sinceros, independientemente de la plataforma que utilices hoy en día en un ordenador, Windows 95 cambió las reglas del juego. Revolucionó nuestra forma de comunicarnos, de pensar y, en cierto modo, incluso de vivir.
Cada uno de los cinco episodios se centra en temas diferentes, desde la IA hasta el cambio climático, la riqueza y la pobreza. Todos eran muy interesantes, pero el que más despertó mi interés fue el de la IA.
No soy nuevo en esto de la IA. Llevo 17 años trabajando con ella y tuve la oportunidad de dirigir el proyecto del primer robot de inteligencia artificial de Inglaterra en 2008. Seamos sinceros, hoy en día todo el mundo utiliza la IA, ya sea para crear imágenes divertidas o vídeos cortos, para traducir textos o, desde una perspectiva empresarial, para gestionar contenidos e imágenes.
El primer episodio reunió a los fundadores de la IA para hablar de su crecimiento. Aunque muchos la describieron como "no un juguete, sino más bien una bomba a punto de explotar", tocaron algo increíblemente vital: La IA y su potencial en medicina.
Cuando en 1986 se descifró el ADN, la humanidad tuvo la oportunidad de comprender la genética de la medicina. Ahora, casi 40 años después, nos encontramos en un punto en el que el principal objetivo de la IA debería ser descubrir curas para enfermedades graves.
Especialmente el cáncer.
A medida que avanzaba la serie, quedaba claro que la riqueza de los multimillonarios es un tema que quizá merezca una regulación, o al menos un replanteamiento.
Pero nunca antes la humanidad había estado en una posición tan ventajosa para empezar a erradicar por fin esta terrible enfermedad.
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